La sostenibilidad de las monedas virtuales, a debate

Una de las críticas sobre el Bitcoin radica en que su minería (proceso de extracción de las criptodivisas) conlleva un gasto de electricidad estimado de 41,42 teravatios-hora (a fecha del pasado sábado 13 de enero, cifra ascendente desde los 33,17 del pasado 14 de diciembre), según el Índice de Consumo Energético de Bitcoin.

Esto sucede por la propia forma de obtener las monedas: “a través de un proceso de ‘prueba de trabajo’, que consiste en la resolución de complejos algoritmos” y requiere la verificación de numerosos equipos informáticos, ha explicado a EFEfuturo el especialista en Bitcoin y tecnología “blockchain” -cadena de bloques- Alex Preukschat.

La minería de Bitcoin es la que más energía consume porque, al ser la moneda virtual de más valor (hoy unos 11.700 euros), supone un mayor incentivo para los mineros.

Para el economista y experto en política monetaria Eduardo Garzón se trata de un “despilfarro energético” pues, “aunque es cierto que otros aparatos como las lavadoras consumen también muchísima energía“, las monedas virtuales “cumplen un papel que ya realizan las convencionales”, ha indicado a EFE.

Otros modelos de consenso

Pero Preukschat ha alegado que, si se aplica otro modelo de consenso, como el de ‘prueba de participación’ que está desarrollando la marca Ethereum, se podrá reducir el gasto energético, ya que este modelo alternativo “premia la tenencia de monedas y de un nodo encendido” y no la resolución de problemas.

Según este especialista, la “gran duda” está en si este modelo funcionará o no, es decir, “en si se puede eliminar el doble gasto en un sistema descentralizado donde no hay intermediarios, que es la base del Bitcoin”, algo que con el modelo de ‘prueba de trabajo’ ha sido demostrado pero con el de ‘prueba de participación’ todavía no.

Por tanto, cuando Ethereum lance el nuevo sistema, “que lo lleva retrasando un tiempo“, se demostrará si es eficaz y, en caso de que así sea, otras criptomonedas podrán reducir su consumo de energía.

Panel informativo sobre la cotización de Bithumb. EFE/EPA

Crítica “injustificada”

Por otro lado, Preukschat ha aseverado que la crítica al gasto de las monedas virtuales está “injustificada” ya que “la sostenibilidad sólo se podrá medir cuando se demuestre su usabilidad”, una cuestión que a día de hoy es abierta y por tanto “aún no se puede hacer una comparación”.

En su opinión: “la gran promesa de las criptodivisas todavía no se ha cumplido porque son tecnologías muy incipientes y queda por ver qué dimensión tienen; si realmente pueden sustituir parte del sistema financiero, entonces podremos ver cuánto consume el sistema actual y cuánto gasta la aplicación que lo sustituye”.

El futuro de las criptomonedas

Con todo, Eduardo Garzón ha asegurado que, “muchas voces claman que el Bitcoin será la moneda internacional“, pero él no cree que haya suficiente confianza en ella y ha alegado que, “sin el respaldo de un sector público que tenga mecanismos coercitivos a su alcance, no logrará aceptarse en dimensiones geográficas importantes”.

Garzón ha incidido además en que el propio diseño del Bitcoin juega en su contra, pues hay una cantidad máxima de bitcoins -de 21 millones- y esto “en economía no tiene sentido” ya que “tiene que haber tanta moneda como actividades económicas se estén produciendo” “y la actividad económica tiende a crecer”.

Por otra parte, ambos expertos han coincidido en que “la probabilidad de que explote la burbuja es alta”, pero Preukschat ha recalcado que ello no tiene por qué resultar en algo sólo negativo y que “forma parte del ciclo de innovación de las nuevas tecnologías“. Efefuturo

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