Contenido inmersivo, el contenido que mejor funciona

Una de las maneras más eficientes de llegar a los clientes es el marketing de contenidos. Así, al menos lo demuestras los diferentes estudios que, en 2019, un 73% de las empresas de marketing apostaron por esta estrategia. Aunque hay que tener claro que no cualquier contenido funciona de la misma forma. Dependerá del sector al que se dirija o al tipo de clientes finales al que se destine.

Es por eso que es de suma importancia tener presente: la temática, el canal de distribución y el formato, a la hora de trazar las estrategias de marketing. Sin embargo, los contenidos que se decidan difundir deberán ser de calidad y ofrecer valor añadido para el cliente. En este sentido, el tipo de contenido que mejor funciona es el contenido inmersivo.

Así lo revelan estudios sobre contenidos, que afirma que el 90% de los encuestados prefiere el contenido inmersivo al estático porque el primero ofrece mejores resultados. La razón es porque es mucho más eficiente para conectar con los consumidores. Sin embargo, el 81% reconoce que no invierten en contenidos inmersivos porque no tienen suficientes recursos económicos para ello.

Qué se entiende por contenido inmersivo

 Este concepto hace referencia a los contenidos que incluyen  vídeos, eventos y en algunos casos experiencias. Esto es debido a que la mayoría de los usuarios están inmunizados ante la publicidad. Por eso, el marketing tradicional no suele funcionar y hay que buscar otros modos para captar la atención de una audiencia concreta. Al mismo tiempo, se consigue que una marca destaque y se posicione por su originalidad.

Aquí es donde entra en acción el marketing inmersivo y se han convertido en una de las tendencias para fidelizar clientes. En resumen, son estrategias que buscan crear experiencias en las que se busca involucrar al usuario y que este se lleve una buena imagen de la marca. Hasta hace poco el cliente o consumidor tenía un rol pasivo. Sin embargo, ahora es él mismo quien protagoniza la experiencia.

En definitiva, se trata de transportar al cliente o usuario al centro de una experiencia o historia. Para ello se utilizan tecnologías como la realidad virtual, la realidad aumentada o el vídeo interactivo. Y lo mejor de todo es que no hace falta adquirir ningún tipo de hardware adicional.  Algunos ejemplos de contenido inmersivo son: cuando se retocan los selfies con filtros de Instagram o Snapchat, así como cuando se juega al Pokémon Go. Ambos son claros casos de realidad aumentada.

Eso sí, no hay que confundirlo con el marketing experiencial. Este último trata de fomentar una interacción personal con los usuarios mediante una experiencia cara a cara. Además, su objetivo es generar emociones positivas y conexiones perdurables entre la marca y el usuario. Estas experiencias suelen asociarse con otras herramientas de marketing digital como un hashtag de un evento para compartir con redes sociales.

Ventajas del marketing inmersivo

 Las acciones basadas en este tipo de marketing dan como resultado una serie de beneficios entre los que destacan:

Se mejora la experiencia del cliente. Al permitir esa conexión directa entre marca y cliente ayuda a ganar credibilidad y el valor de la primera.  Esto hará que el compromiso sea mayor y, por tanto, mejor serán los resultados.

Personalización. En función del público el mensaje tendrá que ser distinto. La tecnología facilita el poder lidiar con esa  diversidad y crear contenido personalizado en función de los targets, obteniendo un mejor rendimiento empleando las estrategias adecuadas.

Se incremente la fiabilidad de la marca. Si esta es interactiva y destaca sobre las demás, va a tener más posibilidades de retener a su público objetivo. Si, por el contrario, la empresa tiene una imagen más difusa, tendrá muchas más dificultades para llamar la atención de la audiencia.

Se rompen las barreras idiomáticas. Adaptar cada anuncio a los idiomas de cada zona o país siempre ha incrementado los costes de las campañas. Pero, en el caso de las imágenes, estas no requieren de traducción. Por tanto, son más rentables y se rompe esa posible barrera idiomática, convirtiendo que la campaña publicitaria se globalice.

Incremento notable del volumen de negocio. Si una marca es creíble, esta se volverá popular y, como consecuencia, aumentará su valor. Esto contribuirá a atraer y retener a más clientes durante mayor tiempo.