Y lo harán aprovechando técnicas más novedosas, con el objetivo de profundizar en el comportamiento de las sociedades neolíticas.
El yacimiento, descubierto en 1989, se encuentra unos 12 metros de profundidad y destaca por su conservación, informa en una nota de prensa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que, en colaboración con el Museo delle Civiltà de Roma, llevará a cabo este proyecto para estudiar de nuevo los restos hallados.
Entre las técnicas que usarán está la microscopía confocal, los análisis isotópicos y los estudios de fitolitos.
Examinarán piraguas, arcos, cuencos, cucharas y hoces, cestos y otros objetos elaborados con fibras vegetales y animales, y a través de ellos se pretende estudiar la tecnología que utilizaban estas comunidades, así como la gestión, elaboración y almacenamiento de alimentos.
“Creemos que el estudio de La Marmotta puede cambiar nuestra idea sobre la complejidad de las primeras comunidades de agricultores y pastores que ocuparon todo el Mediterráneo”, ha indicado Juan Francisco Gibaja, investigador del CSIC en la Institución Milá y Fontanals y uno de los responsables del proyecto.
Antepasados más modernos de lo que pensamos
De hecho, Mario Mineo, otro de los responsables del trabajo y conservador del Museo delle Civiltà, ha señalado que, gracias a la conservación de este tipo de yacimientos “se nos permite a los expertos y al público general entender que nuestros antepasados eran mucho más modernos tecnológicamente de lo que pensamos”.
Otro de los objetivos del proyecto es conocer con precisión el tiempo de ocupación del yacimiento y las dinámicas internas del grupo, algo que se llevará a cabo mediante la datación por radiocarbono de cereales hallados.
Las comunidades asentadas en el centro de Italia iniciaron un proceso de desarrollo que les hizo ocupar todo el Mediterráneo centro-occidental desde hace unos 8.000 años; en esta adaptación, tanto el clima como las condiciones de los territorios tuvieron un papel importante.
“Los resultados obtenidos en una excavación como ésta no sólo son útiles para reconstruir la vida en la prehistoria sino también para conocer el medio ambiente y los cambios que se han producido a lo largo del tiempo”, subraya Mineo, quien agrega que “todo ello tiene aplicaciones prácticas, incluso en la actualidad”.
El estudio, que continuará hasta diciembre de este año, cuenta con la colaboración de la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC en Roma y la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y el propio CSIC. EFEfuturo
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