Los jóvenes investigadores tendrán su propia Academia

La Academia Joven de España nace para dar visibilidad a jóvenes científicos, preferentemente del ámbito de las ciencias experimentales, y en ella podrán entrar también quienes estén realizando sus investigaciones en el extranjero.


La iniciativa se propone ante la necesidad de un “acercamiento generacional y una interconexión recíproca entre los científicos experimentados y los investigadores jóvenes”, explica el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades en una nota de prensa.


El perfil de los miembros de la academia será de investigadores con una edad media de 40 años; se entiende por científico joven aquel que ha alcanzado su madurez y que está al inicio de su carrera investigadora independiente.


Los miembros de esta academia lo serán durante cinco años para dar la posibilidad de entrada a los científicos de generaciones sucesivas y asegurar la juventud de sus académicos, según las mismas fuentes.


Entre sus objetivos se encuentran el de promover la ciencia como opción profesional y proponer políticas encaminadas a eliminar obstáculos en la participación de mujeres, personas con discapacidad, minorías étnicas y otros grupos escasamente representados en las distintas ramas del saber.


Además, la Academia Joven de España participará en el desarrollo de políticas científicas y fomentará el desarrollo de nuevos enfoques con el fin de resolver problemas de importancia nacional o internacional.


Los antecedentes de esta iniciativa se encuentran en 2010 en Berlín, donde se creó la Academia Joven Global para fomentar la colaboración de científicos jóvenes de todo el mundo.


En octubre de 2014 cinco miembros españoles constituyeron una comisión gestora para promover la creación de la Academia Joven de España, que hoy se ha materializado mediante real decreto en Consejo de Ministros.

Romper las altas cifras de envejecimiento


Desde la Fundación Gadea por la Ciencia, señalan que esta medida es fundamental para romper con las altas cifras de envejecimiento de la población científica en España.


El personal docente investigador en las universidades se concentra especialmente en torno a los 50 y 59 años (42,93%), mientras que el cupo de investigadores de entre 30 y 39 años ha disminuido del 12,63% al 2,93% en los últimos años, según datos facilitados por Gadea de la “Demografía Universitaria Española: aproximación a su dimensión, estructura y evolución (2017)”.


“Nos encontramos ante un sistema de ciencia arcaico en el que los nuevos científicos apenas tienen oportunidades, lo que conduce a una desastrosa consecuencia para nuestro futuro: miles de jóvenes científicos españoles se ven obligados a tomar un nuevo rumbo a escala internacional y, de este forma, no participan en el progreso y la evolución de su propio país”.


Además, entre otras carencias que se derivan de esta problemática está “la evidente reducción en el número de investigadores, especialmente mujeres, la menor producción científica nacional y la disminución de la competitividad internacional”. EFEfuturo

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